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PV Nº 219: Informe: IGLESIA vs. PERON (1° Parte)


Las alianzas y el idilio inicial entre Perón y la Iglesia -en su primer gobierno- y que terminó -en su segundo mandato- en enfrentamientos que llevaron al país al borde de una guerra civil. Parte de esa historia.

El 4 de junio de 1943 -en plena segunda guerra mundial- el ejército se apoderó, con un golpe de estado, del gobierno en la Argentina. El grupo puntal de esa conspiración fue el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) y el artífice que la lideraba era el coronel de infantería Juan Domingo Perón.
El 31 de diciembre de 1943, el presidente del golpe, el general Ramírez dispone la disolución de los partidos políticos y entrega a la iglesia la educación; se implantaba por decreto 18.411 la enseñanza católica en las escuelas del Estado, donde se leía: "La escuela oficial sin religión es una escuela antidemocrática e inconstitucional, que no prepara al niño para el supremo honor a que puede aspirar todo argentino, esto es, a ser presidente de la Nación". Estaba como ministro de Justicia e Instrucción Pública Gustavo Martínez Zuviría, en la presidencia del Consejo Nacional de Educación José Ignacio Olmedo y en la intervención de la Universidad Nacional de Buenos Aires Tomás Cáceres, notorios dirigentes del nacionalismo católico.
En su carrera política, Perón buscando aliados estaba en primer lugar la iglesia, en segundo los proletarios, obreros y campesinos. Lo reiteraba en sus tribunas: "Nuestra política social ha salido en gran parte de las encíclicas papales, nuestra doctrina es la social cristiana".
La iglesia, en una pastoral, ordenaba: "Ningún católico puede votar a candidatos que inscriban en sus programas los principios siguientes: la separación de la Iglesia del Estado; la supresión de las disposiciones legales que reconocen los derechos de la religión y particularmente del juramento religioso; el laicismo escolar y el divorcio legal".
Un pequeño sector de la iglesia consideraba una grave equivocación el apoyo a Perón, y entre los que se negaron a firmar la pastoral estaba Monseñor Miguel de Andrea. Desde Córdoba un sector de la iglesia -en vísperas de las elecciones de 1946- emitió un manifiesto: "La acción del coronel Perón es el retoño en la República del mal máximo que el totalitarismo importa para el mundo (...). No hay posibilidades de vida gremial cuando se niega el derecho de asociación y se absorbe a los sindicatos. De nada vale invocar a Dios y a la Iglesia, al servicio del Estado, que es lo que por otra parte han procurado todos los despotismo". Quienes avalaron el manifiesto de Córdoba fueron los futuros fundadores de la democracia cristiana argentina.
Perón derrota en las elecciones a la Unión Democrática, una coalición de partidos entre radicales, conservadores y comunistas.
En 1947, Perón envía al padre Hernán Benítez -confesor de Evita- como legado confidencial al Vaticano. A su regreso, Benítez le entrega a Perón el agradecimiento oficial del papa Pío XII, en el que se leía: "...por haber cortado la racha de laicismo y ateísmo escolar, y manteniendo en las leyes la indisolubilidad del matrimonio; por la eficacia de su acción obrerista, que conjuró el peligro del comunismo en la Argentina; por el espíritu pacifista que lo lleva a proponer una tercera posición cristiana frente a los antagonismos ateos de izquierda y de derecha; por el espíritu solidariamente cristiano que informa toda su predicación, y por su devoción a Nuestra Señora de Luján, cuyo santuario visitó poco después de ganar las elecciones".
El 29 de abril de 1947, después de un debate de 36 horas, Diputados primeros y Senadores después, otorgan fuerza de ley (la 12.978) al decreto 18.411 del 31 de diciembre de 1943, donde se leía: "En todas las escuelas públicas, de enseñanza primaria, secundaria y especial, la enseñanza de la religión católica será impartida como materia ordinaria en los respectivos planes de estudio".
El agrupamiento sobre el que cayó la responsabilidad de la actividad es de ACA (Acción Católica Argentina) y se crea la Dirección General de Instrucción Religiosa dirigida por Leonardo Benítez de Aldama (hermano del cura Hernán Benítez) quien envía una circular a los directores de las escuelas primarias de toda la República: "En las primeras clases hay que explicar que el fundamento de la autoridad de los padres es la representación divina, y que ello culmina en la autoridad eclesiástica como orientadora de la vida del hombre hacia su destino supremo y definitivo. En historia se debe considerar a Cristo como centro de la historia del mundo".
José Frigerio escribió: "La alianza entre Perón y la Iglesia fue siempre altamente inestables, y que al cabo de un tiempo provocó choques y enfrentamientos al tratar los aliados de coparse mutuamente. Peronizar el cristianismo o cristianizar el peronismo fue pronto la cuestión y su resolución, cuando devino en cuestiona-miento, fue el signo exterior de un activo enfrentamiento de clases, con intereses diferentes y divergentes ideologías en pugna. Bajo la fachada de lucha religiosa anidaron intereses de muy diferente naturaleza, nacionales e internacionales, políticos, sociales e ideológicos, y cada rival autorizó los métodos más variados para la satisfacción de sus objetivos. La Iglesia actuó como un partido político, como un auténtico poder dentro del Estado. La ley de enseñanza religiosa le había añadido una base popular que la institución supo aprovechar".
Escribió Eva Duarte de Perón: "Ellos (el pueblo) lo vieron (a Perón) y creyeron... Se repitió así el caso de Belén, hace dos mil años; los primeros en creer fueron los humildes, no los ricos, ni los sabios, ni los poderosos". También le decía públicamente a Perón: "Nuestra doctrina, mi general, tiene que ser cristiana y humanista, pero de un modo nuevo, de una manera que no creo que haya conocido el mundo. El cristianismo de nuestro movimiento, tal como sueñas realizarlo, no es lo que yo vi en los países de Europa que visité". Evita se refería a su viaje a la Europa de posguerra, Pío XII la recibió en su audiencia especial y les otorga a ella y a Perón, una especial y paternal bendición.
En 1952, cuando muere Evita a los 33 años, el diario Democracia publicó una plegaria para que rezara el pueblo: "Santa María Evita, que estás en los Cielos..." El padre Virgilio Filippo, párroco de la Inmaculada Concepción del barrio de Bel-grano, realiza -avalado por Perón en forma indirecta- un pedido de canonización al Papa. En los hogares más humildes se entronizaron altares y se encendieron velas a Eva. Grupos privilegiados de la sociedad argentina, unidos por tradición al poder de Roma, empezaron a difundir la idea de la abanderada de los Humildes podría ser parte de la actividad satánica.
El 26 de diciembre de 1953, en un acto peronista en el Luna Park, la diputada Delia Degliuómini de Parodi dijo: "Hay en la Argentina verdaderos cristianos, y esos verdaderos cristianos somos los peronistas. Ha llegado la hora de levantar nuevos templos de justicia, de amor y de paz, destinados a servir a la doctrina de Dios, que es la doctrina de Perón y la doctrina de Eva Perón".
En 1950, los obispos se disgustaron, cuando el gobierno devolvió la personería jurídica a la Escuela Científica Basilio, otorgándole permiso para un acto en el Luna Park. En 1952, llega a la argentina el californiano pastor bautista de religión protestante Teodoro Hicks; Perón lo recibe en audiencia especial y lo autoriza a predicar y realizar curas milagrosas en el estadio de Atlanta. El director de la revista católica Criterio, Virgilio Filippo, denuncia "las turbias prácticas de Hicks y condeno la tolerancia injustificada de las autoridades".
Estaba llegando la hora del choque frontal: la quema de la bandera nacional, la quema de iglesias y el bombardeo a Plaza de Mayo que llevaría al país al borde de una guerra civil. Pero esto ya es parte de la segunda entrega de este informe, que se publicará en el próximo número de PV. (ya publicados en PV Nº 164, 1º quincena de enero de 2008).

Compaginación: Rubén Bitz
Fuente central del armado de este informe: Revista Politicón N° 4 segunda quincena de septiembre de 1986 en una nota sin firma Iglesia-Peronismo. Otras: Libros: La razón de mi vida, de Eva Duarte de Perón; La Iglesia contra el justicialismo 1953-1955, de José Oscar Frigerio; revista Criterio de 1950 y diario Democracia de 19

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